lunes, 19 de septiembre de 2011

La mente del escritor: el periplo de lo complejo


La mente del escritor: el periplo de lo complejo

Por Valentín Perea Acevedo

Lectores de México

¿Cómo es la mente del escritor de cuentos fantásticos? ¿Cómo la del músico genial? ¿Cuáles son los elementos que producen lo innovador en las artes y ciencias? ¿El artista realiza su objeto para encontrarse, revelarse, descubrirse, recrearse, o para hallar un estado de catarsis? ¿Cuál es la génesis de la creatividad? Bruno Estañol (Frontera, Tabasco, 1945) en La mente del escritor nos invita a recorrer el periplo de la génesis de la creación científica, artística y literaria.

La creación de objetos nuevos tanto físicos como intelectuales es un fenómeno misterioso. Hay quienes nacen con una disposición biológica, que a veces llamamos talento para manejar notas musicales, colores o signos matemáticos. Además, todo creador necesita un ambiente adecuado en el que se valoren ciertas actividades humanas como el arte, ciencia, tecnología o religión. Finalmente, la historia personal influye en todo momento al proceso creativo.

Los niños dotados se definen como aquéllos que antes de los 12 años alcanzan un nivel comparable al de un adulto que ha dedicado al menos 10 años de su vida al estudio de un tema o dominio. Generalmente muestran su talento en áreas como la música, matemáticas, ajedrez, ballet, las lenguas, artes plásticas y ciertos deportes. Tales son los casos de Durero, Mozart, Yehudi Menuhim, Claudio Arrau, Gauss, Picasso y Turner. Si hablamos de poesía, la producción comienza en general en la adolescencia, como ocurrió con Rubén Darío, Rimbaud o el Conde de Lautréamont. Para la investigación científica, la narrativa y el pensamiento filosófico se logra una excelencia en los años de madurez, tal vez porque estas áreas requieren más invención, estructuras menos rígidas, mayor experiencia vital e imaginación. No obstante, señala Estañol, la mayoría de los grandes científicos y artistas no han sido niños prodigio. ¿Qué es entonces lo que se halla detrás del proceso creativo de los grandes hombres?

Uno de los rasgos puede ser la sinestesia, aquella condición que permite a un sujeto evocar sensaciones en otro órgano de los sentidos del que fue originalmente estimulado. Por ejemplo, al escuchar un sonido se percibe a la par un color o sabor. ¿Quiénes se han enfrentado con la sinestesia? Quizá pintores como Paul Klee, Piet Mondrian, Francis Picabia, Georgia O´Keefe y David Hockney; escritores a manera de Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Francisco de Quevedo, Vladimir Nabokov, Patrick Süskind y algunos músicos: Mendelssohn, Joachim Raff, Sibelius, Rimski Korsakov y Franz Liszt.

“Otro ejemplo es Franz Liszt, quien siendo Kapellmeinster en Viena, en 1842 sorprendió a la orquesta diciendo: ´un poco más azul por favor, este tono lo requiere´ o ´un profundo violeta, no tan rosa´.”

Asimismo, Bruno Estañol nos presenta tres ensayos sobre la memoria, en los cuales versa sobre “Funes el Memorioso” de Borges; el encuentro entre Alexander Romanovich Luria y un reportero de prodigiosa memoria llamado Sherashevski y, finalmente, el caso H.M. un hombre de 27 años que tras una operación de resección bilateral de la parte media de los lóbulos temporales sólo fue capaz de recordar los hechos anteriores a la operación, y a partir de ese suceso, no pudo acumular ningún recuerdo.

“Tengo la hipótesis de que el noventa por ciento de los cuentos que se escriben son fallidos” espeta Bruno Estañol al enfrentarse al fenómeno creativo de un cuento. Aquí, el autor nos introduce al universo de quienes se enfrentaron a la creación de un cuento –esa alimaña cortazariana que habita en nuestra cabeza- pasando por las viejas consejas de Cortázar, Hemingway, Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe, Borges, Edmundo Valadés, Juan Rulfo, Mempo Giardanelli, Italo Calvino, Juan José Arreola, Hernán Lara Zavala, Bioy Casares, Juan Carlos Onetti, entre otros.

El texto literario es un enigma en su creación. Así, Sigmund Freud nos habló de la extrañeza en un texto literario como aquella que ocurre porque despierta fantasmas inconscientes reprimidos desde la infancia; el escritor tiene acceso al inconsciente y lo hace consciente. Por eso, los textos que nos hablan de un doble –El doctor Jekyll y míster Hyde de Robert Louis Stevenson, Los elíxires del Diablo de E.T.A. Hoffman, el Retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde, el Doble de Dostoievsky y la Esquina Feliz de Henry James- pertenecen al género del terror. Esto ocurre porque el doble es el enigma del escritor mismo, más joven, más malvado, una otredad que a través de las letras, nos refleja un rostro extraño y reconocidamente propio.

Estañol, en su viaje por el proceso creativo de la palabra escrita, nos transporta a uno de los grandes enigmas de la creación literaria, de la imagen a la palabra. De este modo, continúa su recorrido al analizar los dos poemas que escribiera Jorge Luis Borges sobre el grabado de Alberto Durero: Ritter, Tod und Teufel. También nos hace testigos de cómo Juan José Arreola en Duermevela recrea el cuadro de Marc Chagall titulado Au dessus de la ville.

Las páginas dedicadas a Jorge Luis Borges, a quien el autor llama maestro del cuento realista, son una invitación al análisis de diversos cuentos tales como Historia Universal de la Infamia, Hombre de la esquina Rosada, El Sur, Funes el Memorioso, Emma Zunz y La intrusa; a través esa crítica, reafirma el realismo de Borges.

Si regresamos, entonces, tal como nos encamina Estañol a la historia personal que influye en el proceso creativo, encontramos que ¨los lectores de biografías intuyen que si conocen los avatares de las vidas de los hombres célebres quizá puedan descubrir el secreto de la creatividad”. Es por ello, que el autor nos traslada por los vericuetos vitales de escritores como Anton Chéjov, Josehp Conrad, Edgar Allan Poe y Hernán Lara Zavala; sin olvidar las enfermedades y vicios de William Styron y Jhon Keats.

No obstante, la creatividad se expresa en cualquier rama del conocimiento humano. La medicina ha sido una de ellas; Andreas Vesalius (1514-1564), y su trabajo de anatomía del cuerpo humano; René Theóphile Hyacinthe Laennec (1761-1826) con el tratado de auscultación, en que los sonidos de pulmones, corazón, entre otros órganos son reconocidos y sistematizados; Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y su investigación sobre el sistema nervioso que lo hizo acreedor al premio Nobel de Medicina en 1906. Todos ellos son ejemplo de que la creatividad científica como ¨el resultado fortuito de una historia genética, una historia personal y familiar, y una historia cultural y de una nación. Los ingredientes exactos y sus combinaciones fortuitas siempre los desconoceremos”.

De esta manera, Bruno Estañol nos arrastra hacia una explicación muy compleja: el dilema de la naturaleza humana. Somos hijos de nuestro contexto tal y como lo somos de nuestra madre. Si nuestro barco encallara en un continente desconocido – como Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, según Bernal Díaz del Castillo- ¿En qué medida cambiaría nuestra vida? ¿O nuestra manera de escribir?

Jhon Locke propuso que todo lo que aprendemos proviene de nuestra experiencia, en contraposición a aquellos que defendían la existencia de ideas innatas. ¿Vemos o aprendemos a ver? ¿Requerimos interacción temprana con otros hombres para aprender a hablar? La cultura es un producto del cerebro humano, y al mismo tiempo, la cultura y el lenguaje dan origen al lenguaje y la cultura en el cerebro de cada individuo particular. La biología genera la cultura y viceversa. Por ello “Descubrir los mecanismos que han hecho posible la transmisión de la cultura es una ingente necesidad porque significa entender aquello que nos ha humanizado”, señala Estañol.

El homo sapiens tiene tres memorias. La memoria biológica está inscrita en nuestros genes; la memoria individual está restringida a nuestro cerebro y finalmente una memoria cultural. El hombre descubrió el fuego, la agricultura, se volvió sedentario. Con el tiempo aprendió a escribir y con ello surgieron la filosofía, la literatura y la ciencia. Así aparece la cultura como una memoria “extrabiológica” que se ha almacenado en el lenguaje, escritura, edificios, esculturas, etc. La cultura en realidad es un cúmulo de información de acuerdo al autor.

La mente del escritor es una obra, que a la par de la Odisea de Homero, nos conduce a diferentes parajes donde la creatividad humana parece hallar su campo fértil y puerto de experimentación. La mente del creador es esa vorágine compleja que intentamos asir con hipótesis científicas, y que sin embargo, escapa de nuestras manos como huyen de nosotros los sueños de la noche. Estañol sabe que la sinestesia final es aquella en la que el hombre, al oler, huele con sus cinco sentidos y al recordar lo hace desde la memoria de hace miles de años. El hombre creativo y su creación son un misterio, un complejo misterio que vale la pena navegar.

Bruno Estañol. “La mente del escritor. Ensayos sobre la creatividad científica y artística” Ediciones Cal y Arena. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. México. 2011. 283pp

sábado, 25 de junio de 2011

“Papá se pegó un tiro hoy a las 6:52 de la mañana”


Por Cinthia Archundia

La tragedia ocurrió antes del disparo, mucho antes de que Gregorio se desangrara hasta morir; la migración lo mató antes, cuando empujado por la mediocridad en la que vivía en Saltillo, México, con título de Ingeniero Mecánico pero desempleado, lo llevó al sueño americano, convencido de que para él sería distinto. Pero la emigración no resolvió nada, sólo fue un detonante.

Con gran precisión, Pedro de Isla relata en “Papá se pegó un tiro hoy a las 6:52 de la mañana” una historia en la que una niña cuenta el proceso de muerte del padre y quizá su propia desesperanza. A través de un cuento corto, la hija detalla los motivos por los que el padre se marchó del hogar, las condiciones en que ella también partió rumbo a Houston, y posteriormente, la manera en que se va desdibujando el futuro de ambos:

“… acá mucha gente vive en gettos por decisión propia… recreando la tienda que dejaste, incluso repitiendo las mismas formas de convivir, relacionarse, trabajar, casarse o morir. Puedes meterte en tu propio mundo y fingir que nada ha cambiado, que sigues en casa con los tuyos, entre tu gente. Se trata de una gran mentira pero muchos viven en ella porque, de lo contrario, ya se hubieran dado un tiro en la cabeza…”

¿Esperanza? No existe.


Pedro de Isla. Papá se pegó un tiro hoy a las 6:52 de la mañana, Editorial Jus, México, 2010, 35pp.

lunes, 7 de marzo de 2011

Siglo de un día




Por Valentín Perea Acevedo

La Toma de Zacatecas por Francisco Villa el 23 de junio de 1914, es el pretexto que toma Eduardo Lizalde para tejer una extensa obra narrativa, que describe discusiones paganas y filosóficas entrelazadas en las vivencias diarias de los miembros y amigos de una familia zacatecana, que arrastrada por los acontecimientos, ve cambiado radicalmente su sistema de vida.

No escribe Lizalde una obra donde exista un centralismo en los héroes revolucionarios, donde Zapata, Villa, Madero o Carranza sean los protagonistas del hilo narrativo. Son los personajes de calle, la mesa familiar o la barra de cantina, quienes en sus chismes, comentarios cínicos, chistes y rumores van tejiendo, todos en coro, una explicación del fenómeno social en el cual se encuentran inmersos.

La Toma de Zacatecas, no es detallada en las batallas y muertos, ni en sus generales y tropas enardecidas. Son los perros y aves escalofriantes, los que presagian el encuentro, los testigos esperanzados de un baño de sangre:

Pos eran como…zopilotes feos, más feos que los de costumbre, que ya es decir. Cenizos, no. Más bien eran unas gallinotas negras o unas como huilotas gigantes y desgreñadas, con picos colorados y filudos, que nomás se la pasaban mirando la ciudad, desde antes de la batalla, igual que aquellos canes rencorosos y mugrosos que los acompañaban. Te digo. Miraban con unos ojos amarillos, como platos, desde los breñales, desde los terrones de la punta del Fraile, desde las nopaleras.

Lizalde con maestría, recupera el ambiente tenso, desafiante, temeroso, que los pobladores de cualquier pueblo de la tierra, viven antes de un hecho destructor.

La familia de la casa de los Gallos, se dirige a la capital de la ciudad, y ahí, el autor nos lleva de la mano a la vida de la gran Ciudad de México, lugar infecto y desgarrado; presa ideal de todos los ejércitos, hoy victoriosos y mañana derrotados.

Así, a la par de la narración de la Decena Trágica, nos enteramos de los amores no correspondidos de Claudio, que persigue por todo el país a la bella Georgina, víctima, a su vez, del karma revolucionario, que le llevará a la postración y la muerte. Asimismo, dentro del mismo matiz histórico, nos atrapa la búsqueda de un tesoro, que llevará a buscar el dinero escondido, que salvará de la pobreza, a la familia arruinada por la revolución.

De este modo, entre tequila, brandy y mezcal nos acercamos a las tertulias innumerables, donde el espíritu de la vida diaria, se mezcla con disquisiciones filosóficas, musicales y operísticas, donde impera el cambio, la mezcla de las diversas clases sociales; la ebria disputa de la soldadesca y las manías de la abuela, que con sus guisos y trastos nos llevan a la casa de los Gallos, donde las sirvientas hacían la merienda, Tritón ladraba junto a la cocina y donde los tíos, todos, creían saber el verdadero carácter de Porfirio Díaz, Limantour, Fierro, Ángeles o Natera.

Lizalde incursiona, durante el desarrollo de su novela en diversos géneros literarios, alternando prosa, verso, e incluso letras de cancioneros, todos expresión del alma popular, como ocurre en el siguiente acróstico:

Los héroes vuelven al rancho,

aquí termino el bailongo.

Se bailó al invicto Pancho,

por hablador y por bronco,

un general Obregón,

todo un caudillo en Celaya,

al frente de su legión,

sostenedor de su espada.

Van por los héroes versos,

así dice esta canción,

no le hace que sean adversos

A Villa o bien al Barbón.

Incluso uno de los personajes, el profesor Quiroz, nos comparte su “propia” novela titulada El pariente Herculano, cuya trama se desenvuelve a través de diversos capítulos, provocando en el lector una sensación de enigma, que inevitablemente lo incita a continuar leyendo. Lo anterior dota a la obra en su conjunto de una gran versatilidad estilística y temática, que permite una lectura ágil y amena, aunque a ratos, esto representa dificultades al lector, debido a la gran abundancia de nombres de individuos, lugares y hechos, que llevando a la confusión, realzan en la novela, un ambiente de fluidez conversacional, traducida de pasados ajenos e incoherentes.

La narración que comienza con la toma de Zacatecas, nos conduce a través de los mejores tiempos de Francisco Villa y Zapata, hasta el descenso de ambos, con la llegada de Venustiano Carranza y el constitucionalismo. Los protagonistas han pasado por innumerables aventuras en la “bola”, los negocios y sucesos familiares. Al final de la obra, Claudio pregunta al profesor Quiroz:

- ¿ Y los famosos cuentos sobre la batalla de Zacatecas, que relataba usted a Cristóbal?

- Pos eso hubiera querido yo que fuera toda la novela: una novela sobre las historias, las novelas y los cuentos (chinos y zacatecos), que todos los paisanos cuentan y novelan sobre la toma de Zacatecas. Pero no pude, porque el tema es largo, y esa batalla no termina nunca, como decía aquel filósofo amigo del tío Aurelio. De todos modos, ya le puse título a esa cosa…

- ¿Qué titulo?

- Lo voy a titular Siglo de un día, y te voy a dejar todas las páginas junto con las de nuestro amigo el coronel Sánchez, que son mejores que las mías, por si en una cruda de éstas me da el patatús.

Con estas palabras, Eduardo Lizalde resume el trabajo realizado en toda esta obra, excelente muestra de microhistoria mexicana de un centenario de la revolución que no termina nunca.

Eduardo Lizalde. Siglo de un día, Editorial Jus, México, 2010. 492pp.