Por Cinthia Archundia
La tragedia ocurrió antes del disparo, mucho antes de que Gregorio se desangrara hasta morir; la migración lo mató antes, cuando empujado por la mediocridad en la que vivía en Saltillo, México, con título de Ingeniero Mecánico pero desempleado, lo llevó al sueño americano, convencido de que para él sería distinto. Pero la emigración no resolvió nada, sólo fue un detonante.
Con gran precisión, Pedro de Isla relata en “Papá se pegó un tiro hoy a las 6:52 de la mañana” una historia en la que una niña cuenta el proceso de muerte del padre y quizá su propia desesperanza. A través de un cuento corto, la hija detalla los motivos por los que el padre se marchó del hogar, las condiciones en que ella también partió rumbo a Houston, y posteriormente, la manera en que se va desdibujando el futuro de ambos:
“… acá mucha gente vive en gettos por decisión propia… recreando la tienda que dejaste, incluso repitiendo las mismas formas de convivir, relacionarse, trabajar, casarse o morir. Puedes meterte en tu propio mundo y fingir que nada ha cambiado, que sigues en casa con los tuyos, entre tu gente. Se trata de una gran mentira pero muchos viven en ella porque, de lo contrario, ya se hubieran dado un tiro en la cabeza…”
¿Esperanza? No existe.
Pedro de Isla. Papá se pegó un tiro hoy a las 6:52 de la mañana, Editorial Jus, México, 2010, 35pp.